Marie Langer
Página de Jose Luis Gonzalez Fernández
viernes, 29 de marzo de 2019
Carta a Adelaida y Roberto Retamar
Buenos Aires, 27 de julio 1987
Queridos Adelaida y Roberto:
Como ven les escribo desde Buenos Aires y eso significa que estoy mal. El cáncer progresa como los militares en la Argentina. El tipo de trabajo que tenemos los psicoanalistas me permitió llegar hasta aquí, mientras la cabeza me duró. Pero ahora, metástasis en el cerebro y unas radiaciones, inevitables, que me derrumban, tornan insoslayable la muerte que se avecina.
Estoy mal pero no tanto como para olvidarlos. Los recuerdo más que nunca y les agradezco tanto.
Estuve trabajando hasta hace poco en México para el próximo Encuentro de Psicoanálisis en la Habana organizado en la Facultad de Psicología. Escribí a Albertina y a la Facultad renunciando por razones de salud y agradeciéndoles a ellos también, pero no olvido que antes, mucho antes que la facultad aceptara organizar este Encuentro fue la Casa de las Américas la que me abrió con anchura y confianza sus puertas; y lo hizo en momentos en que las reticencias y reparos hacían impensables Encuentros como los que auspiciamos. Fue la Casa de la Américas, solidaria, y fue la Revista Casa la que, con actitud pionera publicó trabajos psicoanalíticos y fuiste tú, Roberto, el que me recibió cariñoso y fraternal.
Fui feliz en Cuba y fui feliz en la Casa.
Me siento afortunada: al final de mi vida tuve Cuba y Nicaragua como un premio. Un sueño. Fue como cumplir con un destino. A ustedes se los debo. De ahí mi gratitud. Porque me permitieron una vejez más digna y consecuente. En Cuba rejuvenecí o, mejor, fui atemporal, allí no fui ni vieja ni joven y tuve fuerzas para sobrevivir.
Mi madre citaba siempre a Schopenhauer: “Hay que vivir como si fuera para siempre o como si uno debiera morir en ese mismo instante”. Ahora que estoy vieja y mi salud se deteriora irremediablemente me siento en paz porque pienso, sueño y me acompañan ustedes. Me consuela y me alienta la Revolución.
Gracias a ustedes. Gracias a la Casa de las Américas. Gracias a Cuba.
Hasta la victoria.
Hasta siempre.
Marie Langer
jueves, 20 de abril de 2017
La Guerra como síntoma de la decadencia histórica. La mujer en la guerra.
Facultad de Psicología, UNAM.
IV aniversario
La Guerra como
síntoma de la decadencia histórica.
La mujer en la
guerra
Marie Langer,
México, 15 de febrero de 1977
Es difícil hablar de la Mujer y la
Guerra, con mayúscula, en términos generales. Por eso pido disculpas si empiezo
hablando de mí misma.
Este relato suena irónico, pero de
hecho me duele profundamente. Tengo mucha compasión por "la dama" de
principio del siglo y mucha furia por tanta fuerza, tanto talento
desperdiciado. Eran estas mujeres las pacientes de Freud. Analizándolas, Freud descubrió
las raíces de la histeria (la represión sexual) y la envidia del pene.
Ya antes de llegar a la adolescencia
se me hizo claro, que no querría ser como mi madre. Que de adulta querría los
derechos que tiene el hombre (¿envidia del pene o rechazo a una vida vacia?).
Pero para adquirir estos derechos, pensé, hay que estudiar y trabajar, como él.
Más tarde empecé a comprender también,
que con eso no bastaba, porque en mi país había partidos, cuyos integrantes
estaban indignados con los derechos y las libertades que las mujeres habían
conseguido durante la guerra, y [que] defendían tenazmente después. Estos
partidos eran clericales o nacionalistas. De todos modos eran reaccionarios.
Pero eso era fácil, darse cuenta que si una pretendia que la mujer lograse
igualdad de derechos con el hombre, debería militar en la izquierda.
Me recibí de médica en la época en
la cual el fascismo y el nacionalsocialismo progresaban peligrosamente en
Europa. En los diferentes países los de la izquierda peleábamos como pudimos
contra la reacción, perdiendo constantemente. Por eso, cuando estalló la guerra
civil española, surgió entre los partidos de izquierda el lema: “Para combatir
el fascismo, hay que luchar en España”. Nos fuimos, mi compañero y yo, como
médicos a la guerra. Y, dicho sea de paso, eso nos salvó la vida, porque cuando
Hitler invadió Austria, ya estábamos lejos.
Esta fue mi experiencia, pero parecer
menos personal y más objetiva, me remito a “Sisters in struggle 1848-1920” (hermanas
en la lucha) de Debby Woodroofe, feminista y socialista Norteamericana.
(Pathfinder Press, Inc. New York 1971). Cito: “Como durante la guerra civil, la
primera guerra mundial sacó a gran número de mujeres de sus hogares, las
transformó en fuerzas militares auxiliares o las hizo entrar en la industria.
Las mujeres trabajaron en muchos terrenos…” Pero nos describe también, cómo
esta situación no solamente reforzó a los movimientos feministas, sino, una vez
terminada la guerra, fortaleció también la oposición al voto femenino.
En una época prehistórica las
guerras despojaron a la mujer de sus derechos, en otro momento histórico
favorecen su liberación, pero sin resolver de fondo el problema de desigualdad
de los sexos. Dicho de otra modo, existe un vinculo díaléctico entre la guerra
y la emancipación de la mujer.
Muchos historiadores burgueses nos
describen las guerras como inevitables, remitiéndose a la antigüedad, sostienen
que lo que hubo en el pasado, también existirá forzosamente en el futuro. La
naturaleza de los hombres lo
dictamina así.
Esta tésis es sostenida por muchos
psicoanalistas. Argumentan que las guerras existen porque satisfacen las
tendencias agresivas y tanáticas, innatas del hombre.
Pero nosotros, también analistas, no
pensamos así. Pensamos que debemos mucho
a Freud, él descubrió a nivel del individuo sus motivaciones inconscientes, [así]
como también a nivel social, este indivuduo se forma y es formado dentro de
su núcleo familiar. Pero pensamos
también que hay ciertas teorías de Freud que inevitablemente fueron marcadas
por la ideologización propia de su clase y momento histórico. Y justo los dos
items de esta disertación -que Freud pensó y escribió sobre la mujer y la
guerra- sufrieron este proceso.
Finalmente mencionaré la teória
marxista con respecto de las guerras: son expresión de la lucha de clases y del
imperialismo que busca mantener el status
quo -los privilegios de su clase dominante y ofrecer cierto bienestar a su
clase dominada a costa de los explotados de otros países- Además, son los historiadores y antropólogos marxistas
quienes sostienen, que no siempre ha habido guerras. En los milenios de la
historia del género humano [las guerras] hacen tardíamente su aparición.
Antes de describir, como empezaron
las guerras, me permitiré volver a lo personal. Quiero hablarles de una
experiencia que seguramente comparto con muchos de ustedes: El placer y la
fascinación súbitos por determinado descubrimiento intelectual, por lograr ver
y entender detrás de las apariencias lo latente, [lo] fundamental. Me pasó con
Freud, me pasó con Marx, perder casi de
golpe, la “ingenuidad” adquirida en un largo proceso de deformación educacional
y aprender otra lecutra de la realidad psicológica y de la realidad social.
Volviendo a nuestro tema, algo
parecido experimenté al conocer la lectura feminista –marxista que Ernesto
Borneman[1]
– para mí un desconocido hasta poco tiempo atrás, hace de nuestro acervo
cultural mas estimado ética y estéticamente. Analiza obras, leyes y costumbres
sexales de la cultura patriarcal helénica y romana, del estudio de la Ileada,
de la Odisea, de Platón, de Seneca de la lex
y la pax romana, [y] nos demuestra
como esta cultura, tan venerada por nosotros, tan enseñada a la élite de
nuestra juventud, se basaba en las guerras por la mala conciencia frente a la
mujer y el temor a ella.
Pero antes nos habla de la sociedad
matrista, sin clases, sin propiedad privada, sin privilegios –cada uno recibía
según sus necesidades, y por eso también sin guerras-.
Los intrumentos
de trabajo encontrado, perteneciente a esta época lejana, sirven únicamente
para la agricultura o para la defensa contra animales salvajes, pero no para la
guerra. Las poblaciones primitivas muestran construcciones defensivas y
precarias, y [los] protejen contra animales, pero carecen de fortificaciones.
Borneman sostiene que la palabra matriarcado no debiera usarse, por significar
dominio de la madre. (la raíz griega archos
se traduce [como] dominador). Sin embargo esta sociedad, toda propiedad era colectiva
y los lazos familiares matrilineares carecía de gobierno, en el sentido que
nosotros damos a esta palabra, pero eran mujeres las elegidas para coordinar
las diferentes tareas. Y ya que no esistía la propiuedad privada, ni hombres,
ni mujeres, ni niños eran pertenencia de otro.
Como cada cual recibia según sus
necesidades, colaboraba tambien segun su capacidad. Aunque la distribución de
trabajo no era demasiado estricta, las mujeres, al dedicarse principalmente a
juntar alimentos y, mas tarde a una agricultura primitiva, aportaban la mayor
parte de los medios de subsistencia, mientras que la contribución de los hombres,
a través de la caza, era mas insegura.
Surge el patriarcado cuando el hombre
empieza a domesticar los animales que hasta entonces había cazado, del ganado
aprende que la fertilidad de la hembra produce riqueza, [y]también aprende el
papel del macho. Mientras que la tierra comunal es dificil de dividir y por eso
no se presta para ser heredada, el ganado se divide o se roba con facilidad. Y
como los animales hembras pertenecen ahora al hombre, y el saca riqueza de sus
fuerzas reproductivas, se apodera también de la fuerza reproductiva de la mujer,
y del niño, su producto.
Así se produjo en Europa y parte de
Asia la “revolución neolítica” en la cual el hombre despoja a la mujer, y junto
con el patriarcado, surge la raíz del individualismo y de la propiedad privada.
Al descubrir a ésta, el hombre transforma a la mujer y a los hijos en su
propiedad. La sociedad se vuelve patrilineal y patariarcal y junto con la
represión sexual de la mujer y el derecho a la herencia, se desarrolla la
ideología del robo, de la competencia y de la glorificación del asalto armado
como medio de apropiarse de la riqueza ajena. Así surgió la guerra, así la
familia patriarcal.
Borneman analiza despues las dos
grandes sociedades patriarcales de la antigüedad, la griega y la romana.
Estudia su superestructura artística, legal y sexual, demostrando cada vez,
como el hombre intenta reafirmar su poder y negar hasta la capacidad biológica
de la mujer. El ejemplo mas extremo es, tal vez, la ley que regulariza el
reconocimiento de los hijos. Un hijo solamente es aceptado como tal en el seno
de la familia, si el padre le levanta en brazos, [pero] puede repudiarlo, entonces
el niño es expulsado y será expuesto o vendido como esclavo. El padre puede reconocer como hijo legítimo
tanto al que ha engendrado con su esposa, como al que le dio su amante, como
[reconocer] a su amante misma. También puede, adoptándolo, reconocer como hijo
e incluirlo en su familia, a cualquier muchacho compañero homosexual. Ya que él
es quien tiene hijos, no necesita más de la mujer. Se procura descendencia,
donde, como y cuando quiere, y la mujer pierde su último soporte. La
jurisprudencia romana, tan admirada y estudiada todavía en nuestra sociedad
actual, vence a la biología, y la maternidad ya carece de todo derecho,
mientras que la paternidad, siempre tan insegura como recalcó Napoleón, se
torna indiscutible, hasta contra toda evidencia, como en el caso de adopción.
Las guerras contínuas socavaron a
Hellas y Roma. Gracias a estas los hombres tuvieron que aflojar las riendas y
las mujeres lograron cierta emancipación, tanto en el terreno social, como
sexual. Hellas había sucumbido a Roma. Roma entró en decadencia y como corolario
de las guerras, la crueldad de los césares y de la clase dominante llegó a
extremos impensables. Finalmente los romanos sucumbieron frente a los
“bárbaros”, que en el aspecto que aquí nos interesa, no eran tales. Quisiera
hacer una analogía: En nuestra época la guerra es una amenaza constante. Un
sistema caduco se defiende con extrema crueldad y violencia contra un cambio
radical. Pero la mujer está en el camino de la liberación.
¿Cómo deberá seguir este camino?
Boreman lo define de la manera siguiente: “No a través de la igualdad de
derechos con los patriarcas, sino a través de la destrucción del sistema
patriarcal y la construcción de un orden social alternativo. Basado en las
culturas sin clases de nuestra prehistoria podrá liberarse la mujer”. Entonces
también se liberaría del hombre y entonces, agregaría yo, se terminarán las
guerras.
[1] Ernesto Borneman: Das Patriarchat, Ursprug und
Zukunft unseres Cesellschaftssystems. (El patriarcado, origen y futuro de
nuestro sistema social). S Fischer, Frankfurt am Main, 1975.
ALGUNOS DATOS BIOGRÁFICOS DE MARIE LANGER: y su experiencia uruguaya entre otras cosas. Jose Luis González Fernández
José Luis González Fernández[1]
Conferencia leída en la
Facultad de Psicología de la Universidad de la Republica. Montevideo, Uruguay.
Diciembre de 2009.
Marie Langer nació en la
Viena imperial de Francisco José en 1910.
De origen judío, estudió Medicina y se especializó en psicoanálisis en
el Instituto de Formación Psicoanalítica de Viena. Al tomar Hitler el poder, se
afilió al Partido Comunista. Unos meses después de que en España se levantara
Franco contra la Republica, los laboristas ingleses organizaron un equipo
médico para ir a España, Max Langer, el compañero de su vida, decidió
integrarse y le propuso ir con él.
Mimi le decían desde la infancia, y decidió adoptar el
sobrenombre también para su trabajo clandestino. Contaba de manera muy
divertida que primero tuvo que ir al partido para que la autorizaran en su
viaje a España, ahí, con solemnidad le dijeron: “al fascismo hay que combatirlo
en España” . Luego fue a su casa para avisar a sus padres quienes todavía la consideraban
una niñita caprichosa, entonces su madre
le dijo: “Muy bien, pero no te vamos a mandar mensualmente tu dinero como hasta
ahora”.
Llegaron a Barcelona y luego al frente de Aragón, a trabajar en un
tren hospital que los laboristas habían preparado. Max como cirujano y Mimi
como anestesista, pero ellos querían ir al frente, y fue así que se integraron
a las Brigadas Internacionales: “Terminó el turismo revolucionario” –decía Mimi- “Empezó la guerra en serio”. Llegaron a Colmenar donde trabajaban día y
noche, hasta que la ciudad y la escuela hospital improvisada voló en pedazos
por los bombardeos constantes, y partieron al frente del Jarama, pero la guerra
estaba perdida.
La guerra la templó, y a la derrota y el exilio desde España,
se le sumó la pérdida de su primer hija, quien falleció a los tres días al no
lograr sobrepasar su nacimiento prematuro; Mimi decía “debe haber sido esta
experiencia tan dolorosa la que me llevó mucho más tarde a intentar
dilucidarla, y dedicarme a la investigación de los mecanismos psicosomáticos
del embarazo, aborto espontáneo y parto prematuro”.
La relación de Marie Langer con el Uruguay es muy interesante
y poco estudiada como veremos más adelante: Su primer exilio fue en el Uruguay,
o en La Argentina, en el Uruguay dio sus primeras consultas como
psicoanalistas, se integró al Comité uruguayo de Solidaridad con los Republicanos
Españoles, desde aquí,
podemos decir que fundó la Asociación Psicoanalítica Argentina, Uruguayos
nacieron sus dos siguientes hijos, Tomás y Nicolás (quien falleciera alrededor
de los 20 años de edad), también incidió en el ingreso de la Asociación de
Psicoanálisis del Uruguay a la Internacional de Psicoanálisis, etc.
Como ya dijimos, se
exiliaron en la hermosa tierra del Uruguay,
donde para mantenerse, ya que no pudieron revalidad su título de médicos, Max
tuvo que trabajar en la industria Textil, en Puerto Sauce, para mantenerse en
aquellos tres años y medio.
Desde el Uruguay, Mimi, hizo viajes a Buenos Aires donde
animada por Max, retomó seminarios y contactos que en un futuro le facilitarían
realizar una práctica analítica. Comenzó a trabajar como psicoterapeuta en Uruguay,
a ella no le gustaba decirlo, porque creía que todavía no tenía la formación
institucional apropiada. Gracias a la recomendación de su exanalista Richard
Sterba, entró en contacto profesional con el grupo originario de la Asociación Psicoanalítica
Argentina, y junto con Garma, Cárcamo, y
Pichón Riviere fundan la Asociación Psicoanalítica Argentina en diciembre de 1942,
aunque todavía como grupo analítico reconocido provisionalmente por Ernest
Jones en tanto se realizara el Congreso internacional al terminar la guerra. En
1945 ingresan como fundadores también Luis Rascovsky y Enrique Ferrari.
Hace poco leí en una entrevista que le hicieron a una
reconocida ex paciente de Mimi durante su etapa de analista en Montevideo, en
la que decía que “era demasiado comunista” y que ella “hubiera necesitado
alguien más fuerte porque veía a Langer tímida, claro -afirmaba- luego de lo
que había vivido en la guerra era natural…decía…” Ni modo, como decimos en
México, todos tenemos en nuestra bitácora un “caso Dora” y Mimi tuvo alguno que
otro caso así. En contraste, la propia Marie
Langer decía que nunca perdió la fuerza en la guerra y que le había dado mucha experiencia,
pero que cuando comenzó su etapa profesional, se unió a lo más ortodoxo del
trabajo analítico como una especie de reposo personal, y que lo único que tenía
que callar era su marxismo…pero con ciertos límites –decía-.
Max quiso seguir su carrera profesional como médico y partió
a Buenos Aires, aunque mientras conseguía la reválida, volvió a trabajar en la
industria textil. Su trabajo era bueno, y como Mimi había retomado su vocación
de liderazgo con la APA (que la llevaría al poco tiempo a convertirse en
presidenta de la propia Asociación), Max “le escribe” pidiéndole que se muden
con él, entonces se trasladan definitivamente a Buenos Aires en 1944, donde
nacerían sus otros tres hijos: Martin, Ana y la Verónica.
Pese a la autocrítica que se hacía, el periodo de la APA (1942-1971)
fue muy productivo; escribió sus libros ya clásicos “Maternidad y Sexo” (1951
con cuatro ediciones y varias reimpresiones y traducciones), “Fantasías Eternas
a la Luz del Psicoanálisis” (1957 con dos ediciones), varios libros en
coautoría como “Psicoterapia de grupo. Su enfoque psicoanalítico” (1959), participaciones en libros colectivos, ensayos, artículos, etc. (para
referencias más precisas puede recurrirse a www.marielanger.com
donde presentamos una publicación referida a su completa bibliografía). Además, durante este periodo, y relacionado
con el Uruguay, contaba la anécdota de que en 1961, durante el Congreso en
Edimburgo, se sometió a discusión la aceptación del grupo de estudio psicoanalítico
uruguayo como condición previa para formar la Asociación de psicoanálisis del
Uruguay. Ya en el congreso anterior, la moción había sido rechazada, y todo
indicaba que ocurriría lo mismo. Algo tenía que hacerse –decía-, pero a ella
todavía poco la conocían, especialmente por venir de Latinoamérica, la tierra de
las plumas y el penacho.
Se presentó entonces con los monstros sagrados, entre quienes
estaban dos de las “cuatro grandes damas freudianas”[i] y les
dijo en alemán: “Miss Anna Freud, claro, usted no se acordará de mí, pero
muchos años atrás usted me entrevistó antes de mi entrada en el instituto.
Usted, doctora Lampl de Groot,
lógicamente también me habrá olvidado, pero usted me enseñó los primeros pasos
clínicos; con usted supervisé a mi primer paciente. Los nazis, la guerra, me
llevaron a Argentina, pero soy vienesa. Les hablé –continúa diciendo- de la
seriedad y pertinencia del grupo uruguayo, así conseguí su reconocimiento, y me
sentí latinoamericana, capaz de hacer que nos reconocieran, que olvidaran sus
prejuicios”[ii]
Marie Langer tenía muy presente el recuerdo de cuando en el
instituto de Viena le prohibieron la militancia mientras estuviera en análisis
didáctico, y como por una aparente protección había que trabajar con los
pacientes para que si estaban en análisis dejaran de lado su trabajo político,
y esta historia comenzaba a repetirse en el mundo y en la Argentina. En 1969, con la carga de los movimientos
mundiales del 68 y el peso del Cordobazo
en la experiencia argentina, durante el Congreso de la Asociación Internacional
de Psicoanálisis en la Roma de las escisiones, se comenzó a discutir y a
interpretar a la juventud inconforme y combativa desde una perspectiva
libidinal y como un enfrentamiento generacional edipico, tal y como ocurrió en
Viena. Sin embargo, dentro del congreso,
se promovió la creación de un grupo paralelo internacional para que discutiera
desde otra perspectiva el problema. En este paracongreso que se realizaba no en
el Hilton de Roma, sino en una cervecería cercana, con muchos asistentes de
todas partes del mundo -por los debates por
supuesto -, surgió una verdadera
plataforma que aludía a los problemas
del costo del análisis, de la formación del analista, la alienación
institucional, el adaptacionismo en la práctica, etc., es decir, se planteaba en su plataforma,
la transformación de la política del psicoanálisis y las modalidades limitantes
de formación de los terapeutas. De ahí
el nombre de grupo plataforma que en
lo internacional era conducido por Bertold Rotschild y en las secciones
nacionales como la argentina, por Armando Bauleo, Hernán Keselman y luego Marie Langer, Ignacio Maldonado, entre
otros.
De manera simultánea, ya en la Argentina, en un movimiento
estrictamente surgido de la propia APA, se constituye el grupo Documento, con una premisa similar a la
de plataforma respecto al trabajo
analítico y a la formación y análisis didáctico. La discusión estaba ya sobre
la mesa de APA. Los dos grupos se fortalecieron al estar compuestos con
miembros en común. Mimi decía que en documento estaba “la oficialidad joven”
de APA con gran experiencia política reciente, y en Plataforma,
“los viejos, pero comprometidos jerarcas”. Esa experiencia fresca de los de Documento se hizo patente más tarde,
cuando los psicoanalistas trabajaron con la Federación de Psiquiatras Argentinos
(FAP). Decía Mimi con gracia e ironía, que de ellos había aprendido muchas cosas, para
empezar, el concepto de “moción de orden”.
¿Y porque Plataforma y Documento no se unieron en APA? Porque Plataforma tenía el voto para incidir,
mientras que los de documento no lo
tenían, ellos eran adherentes del instituto, con derecho a voz, pero sin voto,
y nada más que por eso. (En www.marielanger.com pueden leerse las
proclamas de ambas organizaciones)
Siguiendo
con la línea trazada desde 1969, en el Congreso de la Asociación
Internacional reunido en Viena en 1971,
su ciudad natal, pronunció una conferencia titulada "Psicoanálisis y/o revolución”,
en la cual llamaba a una transformación radical de la sociedad y de la forma de
concebir la práctica analítica: “Esta vez -dijo-, no renunciaremos ni a Freud
ni a Marx". Hanna Segal, le recriminó, y la dirección de la IPA se negó a
publicar su conferencia “por razones de espacio”. Así llegó el punto final con la Asociación Internacional.
Renunció entonces a la APA, junto con treinta didactas y veinte alumnos en
formación del grupo Documento.
Pese a todo, Mimi
decía que la ruptura no tuvo fecha
precisa, fue el tiempo de las publicaciones de ambos grupos críticos en APA, de
reuniones, de congresos, del congreso de Viena,
y fue el tiempo del trabajo en conjunto, primero, con la FAP de Mauricio
Goldenberg y luego con la de Emilio Rodrigué.
Se crea la Coordinadora de los Trabajadores de Salud Mental
(TSM) y dependiendo de ella, el Centro de Docencia e Investigación (CDI), todo
con ex miembros de APA, de la FAP, candidatos y psicólogos.
Fue la puntilla para APA, y el final de la segregación de los
psicólogos al campo del psicoanálisis, del marxismo en la psicología y
psicoanálisis, y además logró la comunidad entre Psiquiatras y Psicoanalistas
sin prejuicios profesionales ni políticos. Recordemos que hasta entonces. Los
psicólogos no tenían cabida en la Asociación Psicoanalítica, ahora podían
formarse y dar docencia, además de realizar
sin sanción institucional, un trabajo político vinculado a su actividad
profesional que aunque no sin cierta
ingenuidad, sí con fuerza suficiente para despertar en la lucha por el cambio
en los métodos de formación y práctica, y hacer historia en el Psicoanálisis.
Marie Langer llegó también a ser presidenta de la FAP y
tiempo después, a raíz de los trabajos que
realizaba, especialmente referidos a la represión y presos políticos de
entonces, su seguridad y sobrevivencia en la Argentina se tornó imposible. La Alianza
Anticomunista Argentina (Triple A) la había amenazado, estaba ya en la lista, y
a raíz de una invitación de Armando Suárez promovida por su hija Ana quien para
entonces ya vivía en México tuvo que partir.
En México, país tradicionalmente solidario con el exilio,
comenzó a trabajar en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en la
formación clínica de la carrera de Psicología, fue acogida también por el
Circulo Psicoanalítico Mexicano de Armando Suárez, por la Asociación Mexicana
de Psicoterapia analítica de Grupo
(AMPAG), y por los Centros de
Integración Juvenil (CIJ), donde realizó labores plasmadas en su experiencia
Argentina. Además, en México comenzó a trabajar de manera solidaria en la
asistencia de exiliados políticos y de las víctimas de represión y mantuvo la
denuncia a la dictadura militar argentina conformando la organización de los
trabajadores de Salud Mental argentinos y latinoamericanos También trabajo en
clínica privada y en la supervisión de candidatos de diversas instituciones
formativas.
Mimi sostenía que en México se cerraron varios ciclos de su
vida: Cuando salió de Europa exiliada, su destino era México, y que por
circunstancias de visado, pasó al Uruguay y luego a la Argentina, pero el ciclo
se cerró en su exilio mexicano. Otro, se refiere a sus inicios profesionales
sobre la problemática de la mujer, que luego se extendió a lo social, al
marxismo, de ahí a la difusión y
socialización del psicoanálisis, para cerrarlo en México, dedicándose nuevamente
a la problemática de la mujer. Pero no todo se cerró en México, otros aires
comenazaron a soplar, Nicaragua y Cuba volvieron a moverla desde México, era
incansable, era comprometida, era una gran mujer.
Por el año 1981, formó con colegas mexicanos y otros argentinos
residentes en México, el Equipo Internacionalista de Salud Mental
México-Nicaragua. Este grupo, en el cual
tuve la oportunidad de participar en su etapa final, trabajó, como era de
esperarse, revolucionando los métodos de docencia, de asistencia y de
prevención en las instituciones sandinistas. El programa de “Madre Acompañante”
en hospitales infantiles, la llenaba de orgullo. Pero también se realizó
intervención con combatientes y con los habitantes aterrados y desplazados de las zonas fronterizas ante la
guerra con los “contras” así, se documentó entre otras cosas, los efectos psicológicos de
la represión política y el exilio forzado, se
trabajó también en casos donde los desplazados y combatientes eran
incapaces de llorar la pérdida de seres queridos o expresar el miedo a la
muerte en una especie de “dolor
congelado”, por lo que los síntomas se expresaban en términos psicosomáticos,
melancólicos, etc.
Como luego lo dijo en Cuba, su pretensión con los Nicas era
práctica, la teoría no iba mucho más allá de intentar convencer de la
existencia del Inconsciente, para que no se mirara al hombre más como de una
sola pieza insensible y moldeable, aceptando que somos conflictivos,
complicados y que no sirve de nada negarlo si no se analiza.
Lo de Cuba
la ilusionó mucho, todo empezó, no como se suele decir en algunas notas
publicadas irresponsablemente en las que se llega al absurdo de presentar a una
Marie Langer cuestionando a Fidel Castro o “amasando” un postre en el marco de
un “congreso sobre el suicidio”. La historia es otra y es clara. Comienza cuando
Marie Langer viaja a Cuba invitada por
“Casa de las Américas” para sustituir al gran Julio Cortázar en el grupo de
“Intelectuales por la soberanía de América Latina”. Ella decía, que no sabía porque la integraban
a ese grupo si no era intelectual, pero que un acercamiento a Cuba desde otro
lugar le parecía importante. A su regreso, en pláticas con la familia, contó su
aventura. Nuestro amigo Juan Carlos Volnocich, había logrado que Fidel se interesara
en una mujer austriaca comunista, de las brigadas internacionales en la
republica española, enemiga del anquilosamiento del psicoanálisis en Sudamérica,
e internacionalista en Nicaragua ¿se
necesitaba algo mas para interesarse por esta mujer?.
Fue en el evento
de “recepción” de los intelectuales donde conoció y conversó con Fidel Castro
sobre la necesidad de ampliar el panorama de la psicología en la Isla. Fidel le
preguntó sobre su historia, le dijo que conocía a Freud porque había leído sus
obras, y que le interesaba un encuentro de psicoanalistas -de su carácter y
trayectoria-, con los psicólogos cubanos para conocer su práctica en
Latinoamérica, y así, Fidel se comprometió en el momento, y giró instrucciones
para su realización. El propio Juan Carlos fue testigo de eta conversación. Poco tiempo después, la Universidad de la
Habana y la Sociedad de Psicólogos de Cuba emitían la convocatoria. Es verdad que luego Fidel le preguntó si
conocía de cocina y que si sabía hacer el “Apfelstrudel”, a lo que Mimi asintió
y dio la receta, donde insistía, como lo decía su mamá, que el proceso de la
masa era fundamental, haciendo que al estirarla se pudiera leer a trasluz “una
carta de amor”. A partir de ahí, el
enlace y “faraute” para los psicoanalistas en la realización del primer
encuentro de Psicología Marxista y Psicoanálisis quedó en manos de Juan Carlos
Volnovich, y con Marie Langer de presidenta del Comité internacional
organizador, al cual también nosotros nos integramos junto con Armando Suárez, Guillermo
Delahanty, Enrigue Guinsberg, Armando Bauleo, Pedro Grozt, y Ursula Hausser
entre otros. Fueron seis los encuentros realizados en Cuba sobre el tema,
cambiándose de nombre cada dos años “Psicoanalistas y psicólogos marxistas” “Psicólogos
de orientación marxista y psicoanalistas”, “Psicología cubana y psicoanalistas
marxistas”, etc. Mimi solo pudo asistir
al primer encuentro en 1986 donde el diálogo fue difícil pero posible, ya que
se habló de los prejuicios que se tenía desde la psicología soviética al psicoanálisis,
de la experiencia en la práctica latinoamericana del psicoanálisis “critico”
como le llamaron algunos cubanos. No hubo mucho más en esa ocasión, las
ponencias fueron muy prácticas y nada teóricas, eso ayudó al acercamiento, pero
para Mimi había sido todo un éxito y una esperanza, por lo menos a los cubanos
les había interesado “la psicología de la vida cotidiana” y como dijo de su
viaje a la Unión Soviética en 1971, ayudó a que el concepto del psicoanálisis
en los países socialistas abandonara la era del feudalismo y que por lo menos en
Cuba lo leyeran desde al capitalismo de Freud si así lo querían ver, pero
registrando la praxis revolucionaria latinoamericana.
Marie Langer
fue una figura prominente del psicoanálisis latinoamericano, una mujer comprometida
con las tres corrientes del pensamiento del siglo XX: Freud, Marx y el
feminismo. Su vida fue una lucha constante contra la injusticia social, el
fascismo y la estática del psicoanálisis ortodoxo, pero sin perder nunca sus
cualidades como clínica.
Marie Langer
fue una gran mujer, una gran luchadora social, una intelectual de su tiempo,
que además supo amar intensamente a su familia, a su marido, a sus hijos y
nietos, infinitamente cariñosa, en fin, debo decirlo, una gran suegra también.
No puedo terminar sin comentar la anécdota que para mi dio cuenta real de lo
que era Mimi: Verónica y yo teníamos varios años viviendo en pareja, (por
cierto Madre e hija cuando se saludaban, maullaban entre ellas y se lanzaban
zarpazos, todo un espectáculo para los externos) pero cuando decidimos tener
hijos, pensamos en casarnos formalmente, y cuando se lo comentamos a Mimi, ella
hizo una mueca y nos dijo dos cosas: “chicos pero para que hacen eso, si así
están bien, para que complicarse”, y
también nos dijo: “por favor, a mi nieto no le vayan a llamar Jorge
porque para mí sería imposible decirle Jorgito”.
Mimi,
siempre te llevaremos en nuestro corazón
Muchas
gracias
Ciudad
de México 14 de diciembre de 2009
Terrorismo de Estado. Efectos psicológicos en los niños
Tomado de:
Movimiento solidario de salud mental
Familiares de detenidos y desaparecidos
por razones políticas.
Comp. Victoria Martínez
Editorial Paidós. Buenos Aires 1987
EPILOGO
Marie Langer
Desde el
exilio lo nuestro siempre fue un saber de todos los horrores que pasaron aquí,
en nuestra Argentina. Fue un saber lleno de odio e impotencia. Lo único que
pudimos hacer allá, en México, fuera de cualquier peligro, era la denuncia y
si, también, la ayuda psicológica
a los que vinieron destrozados de aquí. Por eso, aunque no trabajamos allá con
niños en grupo, reconozco mucho de lo vivido por ustedes.
La
neutralidad terapéutica desde ya no corre. Ser neutral frente a estos criminales nos
sería imposible y antiético. Además, ¿Cómo crear el necesario
espacio de confianza, si uno, aunque simulando, se mostrara neutral?
Nuestro
trabajo fue tanto más fácil que el vuestro. Igualmente con cada preso, ex
torturado, como con cada familiar sobreviviente, a quienes pudimos ayudar a
rehacerse, teníamos la sensación de haber ganado una, aunque ínfima batalla,
contra los militares que pretendían haberlos destrozado definitivamente.
El trabajo
de ustedes es mucho más difícil y novedoso. Devolver a estos niños la imagen
restaurada de los padres, insultados durante años por los medios de
comunicación, es fundamental para su autoestima y su evolución.
Tienen razón cuando hablan en las conclusiones de la importancia de la
tarea clínica, pero además "de la necesaria resolución desde lo
político-social, mediante una respuesta de justicia y un ejemplificador castigo
a todos los responsables de su
dolorosa pérdida, sin lo
cual esos niños no
vislumbrarían... la recuperación de valores de justicia, libertad y verdad
que aún se les deben".
Sin embargo,
cuando este libro aparezca, temo que
ya se haya puesto el "punto
final" al drama que desde luego no terminará por eso.
Igualmente
ustedes, tenaces, valientes y creativos, seguirán luchando por y con estos
"niños célebres", y la técnica "psicosocial" descrita aquí
servirá tal vez para rescatar a otros niños guatemaltecos, salvadoreños, etc.,
de nuestra dolida América.
Buenos Aires. 1987
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